La historia continúa desde los acontecimientos de la segunda película . Alex tiene una pesadilla acerca de sí mismo y de sus amigos, donde siguen varados en África y ya se han vuelto viejos. Al despertar de su sueño, Alex le indica a Marty, Melman y Gloria que deben ir a Montecarlo para encontrar a los pingüinos y obligarlos a llevarlos a Nueva York. En Montecarlo, los pingüinos y los chimpancés, Mason y Phil se han instalado en un hotel y frecuentan el casino de Montecarlo, donde mediante tecnología de cálculo oculta en el disfraz, ganan fortuna mediante las apuestas. Cuando Alex está apunto de realizar su plan para secuestrar a los pingüinos, los cuatro empiezan a discutir sobre quién debe llevar el liderazgo, lo que provoca que sean descubiertos. La Seguridad del hotel llama a Control de Animales de Mónaco, a cargo de la oficial capitana Chantel DuBois para hacer frente a los animales. Pero en vez de capturarlos vivos, DuBois desea disecarlos, principalmente a Alex, y exhibirlos como trofeos en su galería. Durante una persecución a alta velocidad entre la incesante DuBois y los animales en un camión conducido por los pingüinos para llegar al avión, los animales apenas se las arreglan para eludir a ella. Pero al final logran escapar y ella emprende una búsqueda por Europa para atraparlos. En los cielos de Francia, los motores del avión fallan y se estrella en un patio de trenes. Al ver que su única posibilidad de escapar es en un tren de circo, los cuatro animales convencen a los inquilinos de dejarlos abordar afirmando que son animales de circo.
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